domingo, mayo 11

sicalíptico .

El ribete de tu codo me señala, un limado espiral de lijaduras, un limonero exasperan te de aureola incandescente que se menea petulante, insolente, me enloquece.
Me gusta caminar por el anacronismo, vagabundear por esa esquina incierta que se sortea entre los páramos de realidad pegajosa derramados en las calles (tu calles, tus avenidas) . Los pigmeos que se dignan a acaparar la noche, me causan gracia, porque no tienen mejor idea que repartir violetas, que saltarme en los pezones, que abrirme el rabillo del ojo a la fuerza, para que me queme con la luz, con la areola de la bombilla.
Lilaila, bellaquería, esa manía de ser pícaro cuando la situación no lo requiere. Que sepas que me causa fervor tu falta de clemencia, de una bendita misericordia para que el miocardio siga funcionando correctamente. O para que no se me arquee la espalda y se me den vuelta los ojos de placer.
Y te tengo que felicitar, por tu turbulencia, por esa cascada de quehaceres que vas cagando a tu paso, con el tiempo, por ser tan buitre bicolor, vil bellaco.
Belcebú.
Me envolvéis en un destiempo que me azota la espalda y la cola y todas esas partes del cuerpo carnosas, que deberían ser azotadas, solo por el mero placer que esto produce.
Tu método estupesface. Me intriga el método de la gente en general, a decir verdad; y no me alcanza con pavonearme alrededor tratando de contemplarlo cuando no se den cuenta. Esto sucede cuando la cúspide del sadismo se infla y no nos queda otra alternativa que bebérnoslo de un sorbo, y que nos queme la garganta como coñac, coñac con agujas, con picos, con puntas, con riscos. Sodacáustica, vinagre.
Estoy pidiéndote uno de esos erotismos condescendientes, que pueda perderme en esa marea de incomprensiones, de alcohol y fasos que tenéis en la sangre, que condimentan tu cotidianeidad. Que me es arte. Que el arte es obsceno. Que si no es obsceno no es arte. Que el arte es obsceno por ser tan así y no tan así, o ser no tan así y tan así, haciendo la vertical y dos mortales atrás.
Mi sicario, quiero combatir con/en tu sangre, revolcarme en la perversión sublingual que me transporta a esa nada sideral, como el escozor, como el escozor y la carne de gallina. El momento, el suicidio.
Y tu humor petulante, tu miembro frenesí-de-ardor-vertiginoso y el ribete de tu codo que me señala, que me hace dar cuenta que si me mostrás los dientes aún más, si sacás lo peor de tu ser conmigo, puede, tal vez, que yo simplemente, me excite.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mirá, ahora voy a tu casa y te toco un poco..

la espalda!

jaksjaks

Flor dijo...

dios mío, dios mío.

Y yo que jodía con las tarjetas de crédito...

MiKaElA dijo...

jajajaja
me gusta el descontrol y la desmesura del relato y como se trasporta de una a otra imagen.

Besos

Anónimo dijo...

Ja, yo soy espezial Flor.

Sandro dijo...

Posta q es re lindo estar loco....

Por otro lado, lo q me costo loguear mi blog para firmar el tuyo, no tiene nombre, asi q espero que lo sepas apreciar =P

Besos