Quise despertarte. Habíamos pasado en babia toda la noche hasta que caímos rendidos al sueño a las primeras horas de la mañana, cuando el ruido de los colectivos empieza a ser insoportable.
Ya era mediodía y quería despertarte. Tenías la cara serena, con la boca medio abierta y un hilito de baba casi imperceptible que apenas llegaba a mojar la almohada.
A veces mi desvelo quiere tocarte el sueño.
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