Nos podemos equivocar.
Podemos mirarnos al espejo y gritar, gritarle al reflejo que no nos gusta. Y equivocarnos...
Y equivocarnos después y pedir perdón. Pedir perdón gritando, equivocarnos. Perdón.
Perdón por toda la eternidad de sufrimiento sangriento y gratuito. Y cadenas que se desarman y se vuelven a armar. Y gotean. Gotean de la humedad, del sudor del aguantamiento.
Tu via cruxis.
Dejé la puerta abierta amor, y se nos enfrió la casa. Dejé la ventana abierta y llovió tanto tanto, se nos arruinaron los muebles, el papel tapiz, la cara de cansancio.
Perdón.
martes, mayo 13
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3 comentarios:
Yo te perdono.
Porque....
Buen... Me reservo los motivos
Besotes
Y yo.
Te amo.
Volví porque me quedó el gusto de tu texto en la boca.
Muy bueno, che. Es notable como lograste ese efecto triste-nostálgico con cierta ruptura temporal en la narración. Y seguroq que no te diste cuenta...
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