Intentaré nunca hacerlo, prefiero almorzar un budín, que no es un buda pequeño sino un producto a base de harina, huevos y esencias que -al igual que cualquier otra cosa o experiencia- puede recordarnos nuestra naturaleza búdica. Ahora bien, si dormimos pensando que estamos despiertos, y creemos que una cosa es más sagrada que otra, no podremos disfrutar plenamente de todo lo que este noble panificado, de nombre tan simpático, tiene para ofrecernos. Otoños patagónicos, Ale.
Is exactamente todo lo que no soñé. Y me lleno de pudor al confesar que aún revolotean esos 21 pajaros sobre mi cabeza, haciendo que me sonroje, que reafirme mi locura chinchuda, mi amor caprichoso por el libido y la miel, por la piel desnuda y los caramelos. Y así, volando, no flotando, intentando que hasta la vida tenga fines lúdicos, esto es lo que vomitan mis dedos. Estos dedos pecaminosos que también me hacen sonrojar. Y acá estoy siendo un gran todo de mi, un universo en miniatura y simple a la vista que gira y brinca en este giroscopio. Aca está mi sonrisa, mi corazón y mi jugo pancreático.
Emborrachense que es gratis.
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1 comentario:
Intentaré nunca hacerlo, prefiero almorzar un budín, que no es un buda pequeño sino un producto a base de harina, huevos y esencias que -al igual que cualquier otra cosa o experiencia- puede recordarnos nuestra naturaleza búdica. Ahora bien, si dormimos pensando que estamos despiertos, y creemos que una cosa es más sagrada que otra, no podremos disfrutar plenamente de todo lo que este noble panificado, de nombre tan simpático, tiene para ofrecernos.
Otoños patagónicos,
Ale.
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