Resulta que los tomates se autoarrojaban. Y había una ciruela por ahí, también, que tenía mucho sueño (durante toda la historia). Los tomates se le arrojaban a la ciruela. Y la ciruela estaba estacionada, blanda y se rompía con cada tomatazo. Un día, la ciruela, abrió un paragüas y los tomates se jodieron. Todos los tomates murieron de apoplejía y la ciruela finalmente se pudrió sola, hasta acá es donde yo sé.
Dejen de preguntarme, por el amor de dios. En serio.
antsy pants.
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