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De chicos escuchamos a la dignidad aullar, al bien y al mal y a la moral en las bocas de las viejas gordas y cúbicas. Y nos tratan de enseñar, se inclinan apenas para mover el dedo índice de arriba para abajo. Las miramos. Nos miran, nos miran duro y frío y los modales. Nos encierran en jaulas colgantes muy cerca del cielo, para tener ganas de tocarlo, de llegar a él y no poder, y que la angustia nos rompa los tobillos, para caer rendidos ante la máquina de carne verde, angustia. Y nos morimos de hambre, nos morimos de hambre por esas palabras que no nos alimentan, nos consumen. Así crecemos, con alas demasiado arruinadas como para volar.
Un silencio largo y tendido sobre una hamaca paraguaya que se está meciendo ahí cerquita, bien cerquita de un pequeño río que está escondido en alguna luna lejana.
Y luego somos los que zozobramos, los caídos, vencidos y mugrientos, mancos inertes expectantes de una muerte no-muy-lejana. Los que atraemos esas miradas de asco, las narices esmirriadas, la vuelta de cara de 90 grados . Los que se atontan enamorados y vibrantes y le sacan la lengua al humo, al hollín, al dinero. Los que lloramos porque abril se va y vuelve cada año, porque lo tratamos de pintar. Nos atontamos enamorados del amor y sufrimos apartados y sufrimos en uno de los tantos mundos de este mundo, con los zapatos rotos y tartamudeando bajito, para que no escuchen, para que no se tengan que lavar los oídos luego. Porque no valemos un centavo, porque ellos no darían ni un centavo por nosotros.
Así nacemos, artistas.-
martes, noviembre 20
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2 comentarios:
Ponete contenta... Tenes un fan!! ..
Todo muy lindo.
Potente, potente.
Poderosa teoria y escrito casi en prosa. Eso lo hace aún más prolifero, realmente interesante apreciar como forma y contenido se conjugan armónicamente.
Ah, eso y que te amo mucho :p
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