viernes, noviembre 9

summer.

.

(...)

A Alicia le pareció que esto era innegable, de forma que intentó preguntarle algo más:
-¿Qué clase de gente vive por estos parejes?
-Por ahí- contestó el Gato colciendo una para hacia su derecha-, vive un sombrerero; y por allá -continuó colciendo la otra pata-, vive una liebre de marzo. Visita al que te plazca: ambos están igual de locos.
-Pero es que a mi no me gusta estar entre locos- observó Alicia.
-Eso sí que no lo puedes evitar- repuso el Gato-: todos estamos locos por aquí. Yo estoy loco; tú también lo estás.
-¿Cómo sabes tú si yo estoy loca?- preguntó Alicia
- Has de estarlo a la fuerza- le contestó el Gato-, de lo contrario no habrías venido aquí.
Alicia pensó que eso no probaba nada; pero continuó de todas formas:
-¿Y cómo sabes que tú estás loco?
-Para empezar- repuso el Gato-, los perros no están locos, ¿de acuerdo?
-Supongo que no- dijo Alicia.
-Bueno, pues entonces- continuó diciendo el Gato-, verás que los perros gruñen cuando algo no les gusta, y mueven la cola cuando están contentos. En cambio, yo gruño cuando estoy contento y muevo la cola cuando me enojo; luego estoy loco.

(...)

Lewis Carroll.

1 comentario:

Lukanus dijo...

Los perros directamente niegan su locura y la aceptan mejor de lo que parece.