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Esta es la hora, en donde el sol te hace sentir comida, esta es la hora sin nubes que me aletarga, me vuelve indiferente a la cuestión. La cuestión de las cuestiones.
La ciudad, la hora en la que no soy parte, porque elijo no serlo y me hace sentir omnipotente. Y no hay flores ni hielo o humedad que la puedan esparcir y desmembrar. Esta situación es tan tediosa.
Soy la reina una vez más.
Porque no pertenezco a donde no quiero estar y no pertenezco. Aún estoy donde no quiero, y no es nada raro, cuesta doblar el brazo, inclinarme y abrir suavemente mi vestido para hacer una reverencia totalmente pomposa y fuera de lugar. Irónica, tal vez.
Y no hablo de la city, que poco me importa su ruido y su humo, la gente que es una gran acumulación de sardinas malolientes y desagradables, viéndolas sin anteojos, of course.
No se de qué hablo, creo que de un -más acá-, tal vez de mi casa, mi cuarto, mi cama que no está hecha porque ahí no es donde quiero dormir. No quiero dormir.
No quiero dormir para llegar a ese estado en que uno no entiende nada, si duermo sueño y si no duermo tengo sueño, prefiero tener sueño para no soñar, porque ahí sí, no estoy eligiendo.
Voy a morir quemada en la hoguera, porque poco me importa mi reino.
Soy la reina, che.
Aclamenmé!
Soy la reina de mis decisiones.
domingo, diciembre 9
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1 comentario:
que mala que sos, che. una rebelde
=)
pero que se yo. nice talkin' to ya
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