Oook.
Estas cosas suceden, suceen y me gusta pensar que suceden por un chicle. Así es, chicle. Chicle pegado en el zapato, hostil y babeado, que amenaza con dejarme varada en el medio de la calle. Y las nubes negras, y los gatos y los perros y la gente tambiè, que nadie entiende, que nadie me ayuda, que a mí
se me rueda cayendo un amor por Tacuarí.
Y un piano de jazz, bien dinámico, un pañuelo que se lleva toda mi ilusión. Porqué nadie me ayuda?. Porque los gatos con los gatos, los perros con los perros y la gente con la gente. Aparte, tengo pegado un chicle en el zapato, y este no me deja volar.
El chicle no me deja volar y a mi se me rueda cayendo un amor por Tacuarí.
Ahí en San Telmo, tan fake, tan plástico, el tiempo pasa lento, o no sabés por donde pasa. A mi los días no se me pasan más, y menos en un barrio que no conozco mucho. Tendría que empezar a ponerles etiquetas a las cosas. (no soy una ternura, seeep)
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