jueves, noviembre 2

fragilis

Acceso de idea general.
Como ramitas de un árbol viejo, como todo lo que acaba de nacer y tiene un lugar en el mundo, como la línea que siempre separa lo importante de lo más importante, como yo bajo la cama o detrás de la cortina. Como bailar en la lluvia o desnudarse sobre un témpano. Como el reflejo de un espejo. Como besar tu propia herida o en silencio limpiarte las lágrimas. Se deshace todo y regresa. Ahí, al principio. La meta no existe porque resulta haber sido imaginada como todo lo demás. Y ahora, te pregunto... vos, ¿donde creés que estas parado?. Escucha la voz que se aparece en tu oido y esa mano de oxígeno que roza tu hombro. Sentí como las aguas tratan, y tratá de no sentir más. La hoz y la voz. Rodeate de un gran círculo violeta, because you never know, you never know. Imaginá que lo negro no existe.. y ahora si, crealo a tu voluntad. Es tu elección del blanco al negro y también del negro al blanco. Atención, soltá tus manos, que se las lleve el viento...
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Veíame danzar al compás de una marcha de dejos fúnebres, alrededor del conocido agujero negro. Que siempre sentí que no tenía fondo, y ya es parte de la existencia. Daba sutiles brincos, pasitos cortos mientras tanteaba el borde. Mientras la adrenalina se hacía parte de mi ser y volcaba unas ganas locas de tocar con la punta del dedo aquel húmedo y frío borde de obscuridad.
Justo la voz me animó y recién ahí volví a ser empujada por esa sombra horrenda.
Caí de nuevo.
Y ahora sí encontrábame yo en esa habitación. En esa habitación donde la muerte rasguñó a muchos otros antes. Donde el frío no venía de ningún lugar, y sin embargo la ventisca me daba en la nuca. Adivino que se filtraba en mi mente. De las canillas salía el viento mar. De las paredes hacia dentro, la helada. Era un habitáculo mortífero. Sentíase en el aire esa podredumbre, ese olor cadavérico. Olor verdemusgo que ansiaba tragarme y yo no lo veía, solo percibía el hedor particular.
Y esa franja morada en mis ojos que no me dejaba ver, dificultaba tanto las cosas.
Y mi cordura rodaba por un barranco con las perlas café. Y nadie ni siquiera yo la podía parar, cuando las fuerzas abandonan...
Sonreía llorando a gritos mientras rogaba a los improperios cosas tan difíciles, peñascos. Peñascos con los que tropecé y allí caí, la realidad cayo todavía más fuerte, me aplastó. Desorbitó, dolió, mató y yo solita le abrí la puerta para que entrara, ella pasó y le serví café, atacó por la espalda, siempre por la espalda.
Nunca mostré los dientes ni afilé mis uñas.
Ahí quede expuesta, la nada tomaba mi mano y me guiaba en ese camino ficticio. Justo en ese preciso momento, seducida por todo, volteada con agujeros en el techo y el frío de ningún lugar, vino a pincharme lo que en sueños me pondría. Agujereó mi piel como si fuera un mantel a medio zurcir, me desgarré en un grito, y las lágrimas aguaron mi piel. Signora de agua, me deshacía en lágrimas de dolor que esta vez era físico y superó todo.
Deshacíame también de alrededores. Los agujeros por todos lados, la nada que tomaba mi mano, y el frío que volcaba el habitáculo y no salía de ningún lugar. Yo reía llorando, y así volví a caer y no sé cuando el fondo desgarrará mi piel y hará que esta vez, pedazos de mí vuelen libres hacia la superficie. Porque a veces es mucho más difícil de lo que parece, o mucho más fácil y todavía no lo descubrí. Se verá, y verá desatarse.

1 comentario:

ignatiusmismo dijo...

Creo que es de lo mejor que has reflexionado hasta el momento, Naran. Felicidades.