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Te das cuenta?.
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Pintemos un crepúsculo a dúo. Que sea genérico, sin muchos colores, sin tanto naranja. Pero que lo sepamos nuestro. Nuestro. Y ahí, en ese crepúsculo, dejemos los imperativos categóricos a la deriva, llenos de arena y salitre. No nos debamos a nadie, salvo a la falta de naranja y a una que otra ola vencida.
Pintémonos ahí también. Al menos un ratito, antes de ir a la escuela.
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