Escribí tu cuerpo con algunos crayones, no soy una extraña.
No voy a correr, no voy a escapar, no voy a pensar. Si fue hecho para mí, tendría que saberlo. Tendría qué. Cuántas canciones te puedo leer, cuántas obsesiones tenés escritas, y en mí. Tus obsesiones en mí. A veces me acarician el pelo, otras acompañan a una lágrima a lo largo de mi cara.
Lágrimas en los senos, ese es el cementerio de mis lágrimas. Es muy difícil dormir así, no voy a pensar, no voy a sentir ni a correr. No me voy a ninguna parte, me voy a todas, desnuda. Tengo todos tus ríos sobre mí, tu viruta, tu andamios y no quiero mirarte a los ojos. No quiero que te ahogues.
No te ahogues.
lunes, febrero 16
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3 comentarios:
Y si acaso se fuese a ahogar, siempre puede existir una mano que lo evite. Alguien a quien aferrarse, con quien llorar. Porque no estamos tan solos como creemos, y cualquier día de estos podrían salvarnos de ese naufragio.
Para nunca más ahogarse.
No, este ya se ahogó.
Ni siquiera sé porqué relato viejos barcos encallados en el fondo del océano.
No puedo llegar hasta ahí.
Porque esos viejos barcos dan señal de que vivimos cosas, y siempre es bueno recordarlo, saber que sentimos y que así como nos afectaron algunas historias pueden afectarnos otras. En cierta forma recordamos para mantener viva esa magia de sentir.
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