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Estoy lejos.

Donde esté, estoy lejos, siempre. A mi cabeza le gusta volar, le gusta escaparse de la "realidad", de lo que sea que esté viviendo mi cuerpo. Es un problema, para algunos. Yo lo considero otra virtud, como la ausencia de culpa. Es como si no necesitara embriagarme para escapar, es una polaroid.
Tomates verdes.
No sé por donde empezar, si por mi marcado voyeurismo hacia sus cuerpos, o tu fetiche, o su cara larga. A nadie le gusta que le bajen la línea (sentido común). Bueno, a mi me gusta bajarla, lo disfruto, pero lo disfruto como un lunar, como algo que viene con todo el paquete. No lo puedo evitar, señores. Se me derrama, simplemente.
Y aunque me escape de donde sea, tengo una capacidad de obvservación lo suficientemente aguda como para hacerte llorar. Una y otra vez.
No, no, no me hago la mala.

Alguna vez te dije que tus ojos no tenían nubes. (sí, fue hermoso, yo me acuerdo) Un momento asquerosamente romanticoso (de esos que odio, odio la cursileria, me repugna, me da ganas de gritar y salir corriendo, y tal vez, arrancarle la cabeza a un pollo con la boca). Tiene que ver, porque yo creo que nunca entendiste lo que te quise decir.

Bah, nunca importa. Y esto, como siempre, no va a ninguna parte.

Soy fetichista y voyeur. Y puedo ser muy desagradable. Me gusta demasiado el silencio. Odio a los niños gritones. Me gusta el café a la mañana y a la noche. No puedo estar sola. Confío demasiado en las personas. Y puedo amar, creo. Mucho tal vez.

Y... no, no me voy a casar con vos.


(creo que eso era todo, sí.)