Es encontrarte en el fondo del vaso, más pesado que el agua como la ceniza o la sangre, que se separa y se acopla y forma figuras. Es el fondo del vaso, que estaba lleno, casi que se derramaba. Y ya no, te encontré en el fondo, mutando, partiendote en mil pedazos para volver a recomponerte y mirarme, encontrarme a mí. No es coincidencia, no es éxtasis, no es el último cigarrillo del paquete.
Es que se me pegaron los labios de haber estado tanto tiempo en silencio.
miércoles, septiembre 30
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