sábado, agosto 20

0 y 2

Estaba abierta la ventana, apenas cinco, diez centímetros. Entró un vientito helado, de esos que revolotean los pelos. La piel hecha un erizo. Tenía tan agudizados los sentidos, el vino ya no hacía efecto.

Me dí cuenta que me faltabas.

4 comentarios:

Mariano dijo...

Definitivamente tuve que chequearlo. Usted tiene una sensibilidad muy, muy acuariana.

Somos como una secta, poco menos que hasta nos reconocemos. Anduve chusmeando bastante del blog. Aunque, insisto, tuve que chequearlo para confirmalo.

Jorge Curinao dijo...

Vivir sólo cuesta vida!

pato dijo...

qué bien, liliput

Enrique Arias Valencia dijo...

A mí también me falta algo.