lunes, noviembre 29

morbosa.

Cuando la cago, la cago señores.

Y no hay de por medio . No hay soneto que escenifique este antagonismo fatídico.

Ni transformar, ni convertir, ni ejecutar, ni alterar o restaurar. El tiempo encarnizado en una frase tan cruenta. El tiempo.


Estar acobijada en el entre me incomoda. Entre una cosa y la otra, sí y no, entre el cielo y el infierno. Mejor dicho, ni una cosa ni la otra. Es el precipicio infinito de las cosas que jamás se van endilgar, pero que tampoco acallan, sino que están sonámbulas, farmacológicamente adormecidas y susurran incongruencias.

Entonces qué.


Entonces me río y lo estrujo. Y lo disfruto. Lo moldeo a mi gusto.

Me siento atraida obsesivamente por lo desagradable, lo cruel o lo prohibido.

Y una vez que lo escribo, lo entiendo. Y una vez que lo (me) entiendo, estoy en armonía con mi cabeza.


He dicho.

2 comentarios:

janusz dijo...

A mí me obsesiona la noción del tiempo.

Flor dijo...

a mi también, pero creo que es culpa de la droga.