El precipicio que aparece bruscamente luego de vaciar de un sorbo la taza de café.
jueves, junio 18
zapato.
Me compré un champú nuevo. Siento placer entre los dedos. No puedo parar de tocarme el pelo porque está muy suave, ni de escuchar a Lou Reed, ni de leer a Juan Xiet, ni de pensar cómo sería la vida sin formalidades. Sin las aburridas formalidades.
Is exactamente todo lo que no soñé. Y me lleno de pudor al confesar que aún revolotean esos 21 pajaros sobre mi cabeza, haciendo que me sonroje, que reafirme mi locura chinchuda, mi amor caprichoso por el libido y la miel, por la piel desnuda y los caramelos. Y así, volando, no flotando, intentando que hasta la vida tenga fines lúdicos, esto es lo que vomitan mis dedos. Estos dedos pecaminosos que también me hacen sonrojar. Y acá estoy siendo un gran todo de mi, un universo en miniatura y simple a la vista que gira y brinca en este giroscopio. Aca está mi sonrisa, mi corazón y mi jugo pancreático.
Emborrachense que es gratis.
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1 comentario:
este otoño escapa a las informalidades y formalidades desconcertatemente precioso.
besos
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