jueves, marzo 19

mil .

Apenas despierta mi sed, la mano busca un vaso de agua, se repite, se cierra una puerta, se abre una ventana. Es la sed desvelada, la noche cuajada de estrellas, una luna blanca bien redonda que ilumina todo el cuarto. Las ventanas no tienen cortinas, nunca me molestó la luz natural, me hace sentir más real. Que todo es más real.
Real.
Creo que escuché cuando decías que todo era amor, que vos eras amor, todos éramos amor. Que la felicidad, que la existencia, que la fe, que se nos cruzaban las miradas amanecidas muy temprano en la mañana y ya con la vida encima. La vida a cuestas. Ronda de voces. Y ahí había un espacio para mí, para mi sed, lo sentí bien profundo. Un lugar donde me sentí en paz, incluso con la noche.