jueves, octubre 16

prisión.

Bajábamos por una calle errante, creo que yo estaba silbando un tango y vos mirabas los caminos que formaban las líneas de las baldosas. Un beso o dos. Un beso sin sentido o dos. Un beso sin fundamento.

O dos. Dos besos, mejor. Dos besos distraídos, en dos pares de labios de personas distraídas que caminan. Mi boca, que apenas había adoptado otra forma que no es la de una boca que silba. Que silba bajito, ahora. Y tus ojos cerrados o apenas abiertos, sin líneas que los estrujen, sin caras ni líneas ni baldosas que los estrujen.

Solo dos besos tibios.

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