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Algo escupió mi ser, caì embadurnada de baba al mundo.
Cuando abrí los ojos, otros tantos ojos cerca, antes de que pudiera decir una palabra. Me acostumbré pronto a caminar usando las dos piernas. Se fue entretejiendo mi yo, pero todavía no entiendo qué es todo esto.
Siento el pegote de baba debajo de mis zapatos, debajo de cualquier zapato que esté usando. Veo tantos ojos que me ven, pero que no me miran. A veces me quedo callada y monologueo en mi cabeza sin ver ni una desembocadura de todo lo que quisiera descargar. Y tantas otras me deshago de toda mi humanidad, de todas mis falencias, me olvido de cada órgano de mi cuerpo y de cada cuerpo que me rodea. Anulo todo el gris que mi capacidad me permite.
Entonces así, mi sangre se torna río, mis brazos en ramas, mi cabello en un montón de hojas que cambian de color con el sol.
Y puede que solo de esta manera sea capaz de apreciar, la capacidad que tiene el mundo a veces, de embelesarme.
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1 comentario:
Las dos líneas finales nos hacen almas gemelas, o casi.
¡Salud e inquieta alegría!
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