martes, enero 31

la olla.

En la cueva otra vez, rodeada de algunas luces que no puedo tocar. Salidas que no puedo atravesar. Imaginándome otros tiempos venideros que no son este y que todavía no fueron. Cuando las raíces toquen el suelo y se alimenten de tanto barro, de tanta sangre. Cuando pueda despegar los ojos de estas cuatro paredes que absorven y ni siquiera pueda rozar tu piel con el recuerdo.

Seguro, cuando todo eso suceda, algo blanquísimo que lastime mis ojos y algún fuego que hierva van a hacerme feliz.

2 comentarios:

Enrique Arias Valencia dijo...

Y entonces sonarán las campanas de la alegría que nace sin precio, sólo como regalo de existir.

Ezequiel dijo...

Que bueno leerte, un verdadero placer.