Cierro los ojos, escucho un tango, escucho un blues, escucho un abuelo tosiendo, un perro gimiendo, un avestruz menstruando.
Cierro los ojos, ya no sé qué escucho. Los abro y no sé dónde estoy, no sé qué pasó ni me acuerdo en que capítulo me quedé dormida.
La historia siguió, sigilosa, algún rumbo errado. Fue a caminar por calles que no conocía, se río con gente que nunca ví en mi vida. En algún momento yo fui ladrillo, cúpula. En algún momento fui columna o fui todo el columnado.
Sentí todo el peso, todavía lo siento. Y, es más, ahora creo que la ignorancia es la levedad, la dulce ignorancia.
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1 comentario:
Ignoremus!
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