El año termina y las cosas van cayéndose al piso. Primero crujen las rodillas y se desploman, se forman zurcos en la piel, se rompe, sangra largo y tendido.
Maldito parquet teñido de este color tan chillón del que estamos casi henchidos.
Implosión de hemorroides con pústulas que se atiborraron en la cabeza durante el año. El cuerpo termina por desplomarse en esta pileta muy roja. Plaf!
Plaf, las cosas al piso. En declive, sin ningún tipo de reminiscencia.
Y mi conciencia, diciendome al oído para que yo solo escuche, haciendome caer en la cuenta de que en años anteriores hubiese escrito palabras más cercanas a elementos mágicos, objetos de colores, revolución, lo que mierda fuere. Y que en este momento solo puedo pensar así, la taza de café medio vacía, con edulcorante ácido, intomable; o fumar compulsivamente.
No, nada peor que la ignorancia conciente, por decisión. Admirable, realmente.
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1 comentario:
"no saber a dónde vamos ni de donde venimos" dijo alguien
"murió mi eternidad y estoy velándola dijo otro"
la ignorancia conciente...ah...tal vez una tregua necesaria...tal vez otra trampa que elegimos para no morir de tantos intentos...
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