Y traía en una bolsa largaverde una canción agujereada. Todos lo miraban largo, mientras que con cada paso que se abría entre la gentre fracturaba el tiempo, robando atención.
Se enamoraron, mire usted, de aquella canción sucia y usada que guardaba en la bolsa que le sacaron luego de condenarlo.
Ladrón de tiempo, la sentencia.
Ladrón de tiempo... y me pesa ser una de las juezas que sin consciencia ni ciencia purgó la cabeza de ese mago, que sólo quería traernos algo distinto.
el elixir divino salvará a los mortales.
y los mortales se comeran entre ellos.