lunes, mayo 3

otro.

Huelo tu nombre a dos cuadras. Me faltan dos cuadras y ya estoy pensando, pensando en que no quiero pensar, que quiero estar colgada de un árbol patas para arriba y sentir como la sangre se me acumula despacito en el cerebro. Y explota, todo el pasto embadurnado.
Es que hacía más que dos cuadras que me estaba degradando por el asfalto. Menguando, encojiendo, consumiendome con la idea de tu nombre que es la última pincelada de tu cara.
Casi que van de la mano.

Que no. Que no quiero. Que hace más de dos cuadras que no quiero. Y camino lento, voy pausando los pasos cada vez más alevosamente. La gente me mira mal, me mira con los ojos bien abiertos de gente que juzga, opina y denuncia, pero que también eructa, caga y se masturba en el retraimiento de sus casas.
Y yo pausando los pasos pausada. Pausada menguando, pensando en tu nombre, tu cara, tu pija, tu olor, tus pespuntes, tus hilos, rebordes.

Te descosí en una pausa.